Andrea abre los ojos cuando su sueño es
suavemente interrumpido
por la música del despertador secuencial,
diseñado para
reducir al mínimo el sobresalto causado con la
interrupción del
descanso. El despertador está conectado al
sistema de luces del
apartamento: al tiempo que vibra, va graduando
la luminosidad de
la habitación, de modo que las pupilas de Andrea
se acostumbran
poco a poco al nuevo día. La alarma también está
sincronizada con
el sistema de sonido del apartamento. Andrea
prefiere despertarse
Luego de una ducha rápida, revisa su agenda en
el baño
buscando los niveles hormonales de ese día. El
resultado de la
lectura le indica la combinación de medicinas
que debe tomar para
anular cualquier indicio de irritabilidad o
descontrol. — ¿Cómo
vivía mi mamá sin esto? — se pregunta mientras
toma las pastillas
del surtidor y se las traga con un vaso de agua,
de esos que, cuando
se caen se parten en cuadritos no cortantes.
Andrea se coloca las cremas con filtro solar
para neutralizar
los horribles efectos del sol de verano, y
camina hacia su armario.
Elige uno de sus uniformes gubernamentales — un
sobrio traje
azul marino, de esos que no sabes si es negro,
pero que en realidad
no importa — y se viste rápidamente. Su
maquillaje clásico,
conservador, — recuerda las tendencias de la
moda de mediados
del siglo XX: énfasis en ojos y labios, un
estilo minimalista, pero
encantador, que es lo que se está llevando
ahora, como evocando
a la mítica Marilyn Monroe.
Andrea es tan delgada como se puede ser sin
verse enferma.
Se mira al espejo de cuerpo entero de la sala
mientras le da los
últimos toques a su atuendo. Se encuentra lista
para un día típico.
Está contenta con lo que ve.
Con el tiempo medido, pasa por la cocina y se
toma los
suplementos vitamínicos, supresores de apetito y
minerales que
corresponden a sus niveles químicos del día,
dispensa agua caliente
y pone una bolsita de té en su taza de gatitos.
Las bocinas de la
cocina le recuerdan su agenda para ese día.
1. Pasar por la clínica, revisar las ecografías,
firmar el libro
de visitas, conversar con Claudia y cancelar el
mes correspondiente.
— Son cinco meses — piensa Andrea para sus
adentros
2. Mensaje de Luis Alejandro:
— Me encantas, te mando un beso. Suerte en la
clínica,
me cuentas cómo te fue.
3. Reunión a las 9 A.M. en el Ministerio.
Revisión del Plan
de Estudios Sociales de Quinto Grado. — Tengo
suficiente que
hacer para todo el día.
Tras sorber el té caliente y darle un último
vistazo a su estampa
envidiable, Andrea localiza su tarjetero de
seguridad, cierra
tras de sí la puerta del apartamento.
Ya en la calle decide que no quiere llevarse el
carro y opta
por subir al recién estrenado Metro Vía Europa —
Centro Hospitalario
— Ciudad Ministerial. Mientras atraviesa la
ciudad lee un
libro de historias fantásticas.
Cuando el parlante anuncia la parada de Centro
Hospitalario,
Andrea levanta la vista de su libro. Rápidamente
se baja del
Metro justo frente a un edificio con la
apariencia de un hotel lujoso.
Fuera de la enorme instalación, un monolito
anuncia en grandes
letras doradas “Clínica #0012” y en letras más
pequeñas debajo dice
“Fundada bajo la Ley Familiar de 25 de marzo de
2019”.
Andrea avanza por el registro y pide al
recepcionista su
audiencia programada con Claudia 17 en la
habitación 283. La
enfermera encargada le pide los documentos
holográficos de identificación
y, tras unos minutos de espera, el amable
recepcionista
le entrega una hoja de control y una placa de
proyección que ella
revisa con una amplia sonrisa. ¡Está tan
emocionada….! La
lectura de los controles es satisfactoria. Al
analizar la placa de
proyección con audio, mientras espera ser
recibida por Claudia, no
puede menos que pensar:
— Me encanta este siglo.
El recepcionista le pide que entre al cubículo
del intercomunicador.
— Puede usted pasar al apartado de comunicación.
Claudia
17 está preparada para la entrevista quincenal.
Sentada frente a la pantalla del
intercomunicador como
quien se halla en confesionario, tanto Andrea
como Claudia 17
inician la conversación que pueden sostener dos
viejas amigas
sobre un tema importante. Hablan de salud, de
sueños y del futuro
durante algunos minutos. El rostro de Claudia 17
siempre será un
secreto para Andrea. No hay que crear vínculos.
A Andrea le parece conocer los pensamientos de
aquella
mujer a la que nunca conocerá, pero gracias a la
cual su existencia
se hace mucho más fácil que la de sus
antepasadas.
Tras los treinta minutos quincenales
reglamentarios, ya
hacia las 8 de la mañana de un soleado
noviembre, Andrea registra
su salida de la Clínica y hace el pago del mes.
Le parece un intercambio
justo con su género. Emociones por participación
activa e
ilimitada en la sociedad. Le ha tomado menos de
una hora ponerse
al día del proceso. Asunto resuelto.
Quince minutos después de su reunión con Claudia
17, Andrea
entra al flamante edificio clásico del
Ministerio de Ciencias Educativas.
Los nuevos edificios Ministeriales mezclan
armoniosamente
economía y buen gusto. El sector está limpio; se
han superado
muchas de las carencias de treinta años atrás.
Ahora trabajar en el Gobierno es un símbolo de
status y de
extrema selectividad. Si bien los sueldos en
moneda de la Comunidad
Latino Americana no son los más altos del
mercado, el grado
de profesionalismo exigido garantiza que el
mejor elemento académico
de la nueva organización social atiende los
asuntos públicos.
A sus 29 años Andrea trabajaba en el sector de
replanteamiento
educacional. Hija de profesionales, tiene dos
licenciaturas
paralelas: una en psicología infantil y otra en
historia, dos maestrías
y un post-grado en Accesoriedad, la nueva
tendencia. Habla español,
inglés global, inglés tradicional e italiano.
Está casada desde
hace un año con Luis Alejandro bajo la nueva Ley
familiar. Puede
considerarse a sí misma como una mujer
realizada.
La mezcla de alta preparación académica y la
institucionalización
del control hormonal en la nueva Organización
Social del
país han abierto de par en par las puertas a la
mujer en todos los
sentidos. Al demoler las murallas emocionales
que impedían su
desarrollo y establecer el tan anhelado nivel de
igualdad con los
hombres en todos los aspectos, la liberación ha
alcanzado niveles
de éxito jamás esperados por las primeras
defensoras de los derechos
de la mujer.
— El mundo ha cambiado tanto en los últimos
años… —
piensa Andrea mientras recorre rápidamente la
galería de fotografías
que lleva a su cubículo. No obstante sus
reducidas dimensiones,
éste es muy cómodo, decorado enteramente a su
estilo, iluminado
por luz externa con graduación aplicada, lo
último en ahorro para
interiores. Allí se siente feliz.
Sobre su escritorio se halla la fotografía del
día de su boda.
Luis Alejandro es todo un príncipe azul, un
excelente marido. Se
conocieron dos años atrás, ambos deseosos de
poner punto final a
su soltería. Decidieron optar por la nueva ley
familiar, todo un
éxito desde su instauración hace más de un
cuarto de siglo. Forman,
pues, parte de la Generación de familias del
Nuevo Régimen
Legal. Se ven 2 veces por semana; los
“encuentros personales”
— expresión del nuevo milenio — resultan
fabulosos. Los nuevos
matrimonios se instituyen sin las complicaciones
de los antiguos,
pero con lo mejor de sus privilegios. Ahora las
mujeres no son tan
emocionales como antes. Tienen control sobre sus
sentimientos.
Andrea mira una y otra vez la fotografía
tridimensional de
su hijo no nacido. Le espera un largo día de
trabajo.
En el 2045 todos son simplemente seres humanos
con
sueños, aspiraciones e igualdad. La cultura
global mantiene las
diferencias físicas entre los sexos a un nivel
de aceptabilidad, dado
su papel en el juego de la atracción; pero eso
es todo. Cuando las
parejas obtienen la licencia matrimonial,
programan sus “encuentros
personales” — para cuándo y por cuánto tiempo.
Cuando se
les concede el permiso de paternidad, se
verifican sus patrones de
aptitud y se les otorga los pases natales, no
más de dos por pareja.
Esta política de familia y natalidad ha
resultado un éxito
en Occidente y está siendo adoptada en todo el
mundo. Los niños
de la calle han dejado de ser un problema
social. Así mismo, las
mujeres carentes de recursos reciben la
oportunidad de prepararse
profesionalmente. Como receptoras de material
genético, tienen
acceso a todos los cuidados, alimentación,
suplementos emocionales
y psíquicos. Se les conoce como Claudias. Las
madres de
la nueva era.
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